miércoles, 14 de noviembre de 2007

Estaba sobre un alto caballete de un tejado, sentada la bella Zapaquilda al fresco viento, lamiéndose la cola y el copete, tan fruncida y mirlada como si fuera gata de convento... Quien dice que el amor no puede tanto, que nuestro entendimiento no puede sujetarle, es imposible que sepa qué es amor, que reina en cuanto compone alguna parte de elemento en el mundo visible... Los gatos, en efecto, son del amor un índice perfecto, LOPE DE VEGA en La Gatomaquia Lope es uno de los buenos escritores madrileños del siglo XVI, y hoy que tantas cosas se fabrican en serie y en grandes cantidades, nos resulta difícil entender cómo pudo escribir tanto teatro; comedias de todo tipo, dramas, entremeses, además de poesía muy elaborada, hermosos sonetos, bellos romances y todo ello sin ordenador, ni máquina de escribir, ni siquiera un boli. Básicamente un cerebro excepcional, cierto amor por los clásicos latinos y griegos y una pluma de ave.

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