sábado, 29 de enero de 2022

Momentos estelares...nuestros

Pienso que lo mejor para sentirse bien en cualquier situación es recordar los mejores días y cuando tienes un cierto número de años, muchos, basta con pensar un poquito para encontrar  fechas señaladas, momentos en los que fuimos especialmente felices. Comenzaré por lo más reciente: 
Final de Junio de 2021. 
En plena pandemia, la situación requería pocas asambleas, meetings, ni actos públicos. Ella nos dijo:
-La defensa de mi tesis es un trámite que he de cumplir para recibir el doctorado, nada más. No necesito público que me arrope, únicamente el tribunal y algún científico interesado en el tema. Será telemática, por lo tanto, podéis seguirla en tiempo real.
Finalmente su director de tesis le aconsejó compartir con sus seres más queridos ese día, que con el tiempo se convertiría en uno de sus mejores recuerdos.
La exposición nos pareció perfecta, Cum laude y Mención internacional. 
La sencilla comida de celebración, deliciosa, no sólo por los manjares típicos de Murcia que se sirvieron, también por la charla encantadora que tuvimos entre todos, tres doctoras en neurociencia, un ingeniero informático, un eminente doctor, de quién solo conocíamos sus libros hasta ese día y que animó la comida con sus anécdotas por todo el mundo, contándolas con naturalidad y simpatía. 
Era el momento de recordar la niña que había sido esa joven doctora, precoz en comenzar a hablar y a leer. Ella dice que no se le dan muy bien los idiomas, pero no la creo. Con apenas cuatro meses, decía mamá, con un año hablaba todo, se podía tener una conversación fluida con ella. Menos cuando lo intentó la pediatra que no dijo nada. Me dejó fatal.
Se aprendió las mayúsculas rápidamente, pero no formaba las palabras, hasta que con dos años, yendo en el coche, nos leyó un rótulo de grandes letras: SANEAMIENTOS PEREDA, un instante feliz que liberó su mente a la lectura. 
Más tarde nos sorprendió buscándose un nuevo nombre, suponemos que más fácil, era Andrea y eligió Lara, suponemos que por aquella Clara de Heidi, que ella veía en los episodios televisivos y se debía identificar  por su pelo largo y rubio.
Creció  y fue aprendiendo a superar obstáculos, primero pequeños, luego grandes y difíciles, sabiendo que eso es la vida, pero que si te pones una meta y trabajas en esa dirección, puedes acabar haciendo el Marathon de Atenas y con un doctorado sobre Migración Tangencial Intrahipotalámica.
Para redondear un día perfecto, regalé a cada uno de los siete asistentes un pequeño Libro de Sabiduría, de los que yo guardaba con especial cariño: de Marco Aurelio, de Cicerón, Confucio, Epícteto y Henry David Thoreau .


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