domingo, 16 de marzo de 2014

El Destino, hades o lo que quiera que sea

La última entrada era como un conjuro. Aunque algunas veces intuyo lo que va a pasar y me siento un poco bruja, es un espejismo, nada de nada. En todo caso las cosas ocurren porque tiene que ser así. O quizá sí  hay un mecanismo que decide una circunstancia o la contraria, la mente tiene poderes ocultos; pero desde luego yo, aún no los he descubierto. Por eso el inocente conjuro de apelar a la buena salud con la ausencia de malas noticias, no dio ningún resultado y otra enfermedad, -menos grave- pero también sibilina y alevosa se cernía en torno a quién no deseaba volver a ver en mucho tiempo médicos, enfermeros ni camas de hospital.
Como Edipo en Grecia, Romulo en Roma o  Segismundo en la España de Calderón de la barca, todos ellos tenían un destino que otros quisieron impedir, sin lograrlo. Son leyendas y escritos antiguos y sabios. Nuestra sencilla vida no es comparable con aquellas, ni queremos que lo sea, sólo deseamos vivir con salud y armonía, sin cambiar destinos escritos, que si hemos de quedarnos con una leyenda, sea La Bella durmiente.
Y estamos ya terminando el cuento. En lo mejor.

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