domingo, 6 de febrero de 2022

Momento 1982

 Los recuerdos pasados felices llegan a mí como flashes, fogonazos de luz blanca y brillante, como esos rayos que me producen aura seguida de migraña, el sistema es parecido, pero el producto no guarda relación. Lo primero es muy satisfactorio.

Verano 1982:

Nos trasladamos de la calle de Los Abades a la Plaza de Atenas. Farid cumplía 4 años y no podía entender el alcance de aquello, él pasaba mucho tiempo en la guardería y en el parque. Necesitábamos salir al parque para recibir los rayos del sol que no entraban en aquel mini estudio interior, en aquella corrala que a muchos parece romántica y a quienes conocimos, simplemente deprimente.

Nuestra nueva casa tenía terraza soleada todo el día y favorecía que un niño inteligente, precoz y con gran autonomía, desarrollase su gran potencial intelectual. Eso me asustó un poco y pensé que sería bueno hacer cierta inmersión deportiva y la moda de entonces era aprender kárate. Mens sana in corpore sano, de Juvenal. El resultado fue a la larga un buen deportista y un hombre de gran cultura clásica, que escribe como el mejor director de periódico, -era lo que quería llegar a ser- y aunque desvió un poco esa trayectoria, en aras de una mayor independencia, ha conseguido todos los logros que se propuso de niño. 



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