miércoles, 20 de abril de 2011

La bella Helena

A lo largo de la historia hemos visto lo fácil que los humanos nos embarcamos en terribles guerras. Las excusas son múltiples y casi siempre falsas, los intereses ocultos impiden llegar a soluciones ecuánimes. Se nota la falta de un Salomón que impartiera justicia. Es lo único que puede impedir una guerra, lo justo para quién está en discordia. Pero esto parece que no somos capaces de aplicarlo en nuestras vidas.
Ya en la Ilíada decía Paris, según muchos, culpable: No voy a devolver a mi esposa, desde hace ya diez años; pero las riquezas que me traje desde Argos a nuestro hogar, pretendo devolverlas todas, añadiéndo incluso otras mías.
No sirvió de nada. Casi nunca sirve.

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