miércoles, 1 de febrero de 2012

Otro Carpe Diem

El día amaneció difícil, con unos cuantos retos por alcanzar. Y para colmo, aparece Jacob diciéndonos que llega una gran ola de intenso frío. Imagino que puede ser como aquellas preciosas nevadas que antaño incomunicaban Muro de Aguas, durante varios días. Afectaba al tendido eléctrico y al telefónico, Internet no había, pero también se hubiera dañado. Lo que sí teníamos era abundante leña y carbón - fue un pueblo minero-, jamón, salchichón y chorizo en la despensa, además de verduras en conserva y contundentes legumbres. Huevos en el corral, el azúcar estaba en sacos y la canela de Ceylan en botes de cinco kilos... Sólo había que sentarse junto al fuego y a la luz de las velas, empezar a saborear las novelas del abuelo, que en ese preciso momento se convertían en obras maestras de la mejor literatura. Aunque a alguien tan creativo como Marcial Lafuente Estefanía nunca se le reconociera el mérito de llevar a sus lectores, de cualquier sexo y edad hasta el lejano oeste.
Este día que empezó áspero, ha ido suavizándose por momentos, para acabar en un agradable sosiego. Esperando el frío polar: con la nevera llena, el combustible necesario para sentir calorcito y las novelas de Petros Markaris, en Atenas, disfrutando de la Acrópolis y Licavitos. Lástima que también haya Internet para robar tiempo a esa lectura. Pero nos ha traído un sobresaliente, que aunque de esta asignatura no me toca nada, también me lo adjudico porque también hay que valorar lo que ayuda dar ánimos a otros para que estudien y consigan objetivos.
Ha sido un buen día, con serenidad de ánimo y sin más pretensiones, feliz. Mañana ya traerá sus problemas y su complicación e intentaremos resolverlos, hoy carpe diem o goza de este día.

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