Valor y tenacidad
Llegó un 15 de Noviembre del año 2000, recogido por una amiga que oyó sus maullidos tristes y desolados. Había sido abandonado y separado de su madre. Quizá lo tiraron a un cubo de basura y él, valiente como es, salió, aunque con su patita lastimada y perdida para siempre. Un cúmulo de desgracias para un ser tan pequeño, pero su destino era mejor de lo que presagiaba ese desventurado principio. Comió sin hartura los primeros días y tomó la forma de una patata gorda. Le quedaba bien ese nombre, pero su resolución y valor para conseguir lo que quería eran más fuertes que su aspecto físico y le llamamos Leo, porque se lo ganó.
Y hoy, sigue creyendo, que aunque el sitio junto a mí, o encima de mí, esté ocupado, puede ponerse, alguien tendrá que irse, porque su constancia es tal, que va a insistir hasta conseguir enroscarse alrededor de mi cuello o donde haya unos pocos centímetros y quepan sus tres patitas.
Recuerdo que cuando era adolescente me costaba mucho insistir en las cosas y tenía esta frase escrita para recordar e intentar mejorar: La constancia lo puede todo. Hoy creo que lo he conseguido y soy muy perseverante en lo que intento, seguro que Leo ha sido uno de mis mejores maestros.
Los seres que tenemos cerca, cada día nos enseñan lecciones de vida, sólo tenemos que querer verlas.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio