viernes, 13 de junio de 2014

De Yoga

Después de años de búsqueda intermitente, de la meditación, del zen, de yoga ...apareció. Quizá porque en ese momento se hizo más intensa o porque realmente cuando el alumno está preparado aparece el maestro. No antes. Y fueron años buenos, aunque a veces el yoga se mezclaba con vanas discusiones y una terminaba con el firme propósito de evitarlas la próxima vez para que un pasito pa alante y dos pasitos pa atrás, no se convirtieran en tres para atrás. No conseguí un alto grado de meditación, pero suficiente para aumentar la calidad de vida y lo mismo por el lado físico, una agradable elasticidad. Ya se sabe que el yoga debe ser un estilo de vida, pero eso como la iluminación, o el nirvana, está solo al alcance de unos pocos.De todos modos, siempre hay que seguir intentando.
Y de pronto, cuando habíamos encontrado nuestra zona de confort, porque creo que no me equivoco cuando digo que nos sentíamos así todas, cuando el avanzar no era prioritario, sino mantenernos en un modo agradable que hacía olvidar los problemas difíciles o sobrellevarlos con más fuerza, inesperadamente la guía de yoga, se traslada y nos hace un último regalo: Una agradable cena donde hubo llantos, risas, agradecimientos, reencuentros y sobre todo salió un grupo de WhatsApp basado en la amistad, donde se derrocha buen humor, tolerancia, paciencia, empatía, sensibilidad, altruismo - que tanto decían las monjas de mi colegio y ahora es una palabra casi desaparecida, pero a mí me gusta- generosidad, alegría y cariño. Nueve es el número. Nueve personalidades distintas que aportan todas esas buenas características.