lunes, 27 de abril de 2020

Calas, zantedeschia aethiopica

Ya han pasado más de cuarenta días y todavía seguimos metidos en casa y sin poder salir legalmente, como no sea para comprar, farmacia, banco o estanco. Excepto los padres con hijos menores de 14 años, que desde ayer, pueden sacarlos a pasear, en las inmediaciones de sus casas. Si no tienes niños, ni perros que sacar a dar una vuelta, pues nada, te quedas sin salir. Y ahora ya no apetece tanto seguir disfrutando de la casa. O quizá es que la palabra libertad está rondando el cerebro y a mí me dice que me la han quitado y nunca en mi vida había sentido esto. Quiero poder volver a disponer de ella para...salir de casa? Seguramente no, quiero poder salir y entonces...quedarme. Pero poder hacerlo y elegir no dar paseos. Eso es ahora lo apetecible. Cuando leo a Henry David, me imagino lo difícil que le hubiera resultado no acercarse a los bosques, acostumbrado a sus caminatas diarias, seguro que la lectura y la escritura hubiesen calmado su ansia de Naturaleza -como ahora- la lectura lleva a viajes imposibles y los vídeos a consuelos inaccesibles. Ayer pasé la tarde en una góndola dando vueltas por Venecia.
El gondolero explicaba en italiano, algunas curiosidades sobre los palazzos o callaba para escuchar a Vivaldi. Cualquiera de las opciones transportaba a un mundo fantástico de gozo para los sentidos.
Luego hubo que volver para ver, distintas aunque no menos bellas, a las
tres gatas  practicando el lavado frecuente de manos


miércoles, 15 de abril de 2020

Confinamiento

¿Se puede uno quejar cuando al abrir la ventana encuentra esto? ¿Es lícito querer salir más allá, cuando se tienen las glicinas, las rosas, las calas, las lilas  perfumadas? ¿Para qué? En estos días hubiésemos viajado a Venecia, porque me encanta, porque me llaman sus decoradas ventanas y sus suaves canales; pero estamos aquí, confinados con la lluvia, las flores y las hojas exuberantes. Por esta Covid-19, no podemos salir, pero  tengo la ocasión de meditar entre deliciosas fragancias y admirar despacito la perfección natural.

lunes, 13 de abril de 2020

Carmen,carminis

Del Latín, que se puede traducir por canto o poema en español, esta última acepción es la que mejor queda ahora:

A quién lleva tiempo recluido en la ciudad,
le resulta dulce observar
el hermoso y claro rostro del cielo.

Como en los inicios, me apetece recordar a esos hombres y mujeres, que me hacen pasar buenos ratos con sus letras. En esta ocasión y para amenizar la confinación, son los versos de JOHN KEATS, 1795 Londres-1821 Roma. Quizá un poco triste ¡Murió tan joven! De tuberculosis, como Becquer, pero aún más joven, con intensas ganas de vivir, describiendo con bellísimas palabras, sus sentimientos con respecto al sufrimiento, a la muerte, a su amada, a los amigos. Sin olvidar las composiciones de moda en la época, dedicadas a la Naturaleza y  a la mitología griega y romana. Bueno para recordarnos la brevedad de la vida, en estos momentos de encierro, para aprovechar al máximo los instantes felices y asumir que la muerte está acechando en cualquier lugar .
Y una vez aceptada esa realidad, ser optimista o estoico, que sirve para llevar mejor la privación de libertad.
Creo que ellas ya disfrutan de la mejor filosofía y no necesitan viajar para estar muy contentas, con sus flores, sus mariposas, pajarillos y lagartijas y yo también. ¿Se puede pedir más? Pues sí, ahora tendríamos que estar paseando Per San Marco

domingo, 5 de abril de 2020

Continúa

La vida, la vida continúa a pesar de todo. Desde dentro, pero sigue. Con el verbo continuar, que como sinónimo tiene prolongar. Se ha prolongado la cuarentena hasta el 25 de Abril. Día de la revolución de los claveles en Portugal. Día del ADN y no creo que sea el día de volver a las calles en España, o sí.
En este tiempo hemos leído más, hemos visto más series, documentales y películas y algo curioso, le hemos dado una gran importancia a la comida. ¿qué hay hoy para comer? es una de las decisiones más importantes del día, algo que distingue el martes del miércoles, del jueves, del domingo. Es -como siempre- un placer, pero ahora obra una importancia especial. Como si estuviésemos en el antiguo Egipto. Llega José, hijo de Jacob y  le interpreta el sueño:
- Habrá siete años de abundancia y otros siete de escasez. Lo razonable será guardar provisiones para los años de penuria.
Así parece que se hizo y los egipcios sobrevivieron a aquella calamidad.
Ahora miramos lo aprovisionado y el encargado/a de la comida familiar dice:
Hoy garbanzos, mañana pasta italiana, pasado arroz chino, chino no, ha sido un lapsus, mejor ni nombrar. Al otro, verdura, pero no es fácil, judías congeladas, menestra de bote o con un poco de suerte, toca ir a la compra y llega un brócoli fresquito o una coliflor y hasta fresas ¡Una fiesta con fruta!
Y si quién va a la compra, en este caso Lara, que es la compradora titular, tiene una inspiración y trae macarons franceses, pues...  se puede celebrar un domingo de Ramos por todo lo alto.
No nos falta comida, pero ese cerebro que tenemos tan eficiente a su manera, nos dice: - No gastes más huevos, solo quedan cinco.
Cinco, hasta quince días podía pasarme con cinco huevos, sin preocupación, ahora es diferente. Hay que tener de casi todo, todo el tiempo, hasta que vuelva a llegar el día de hacer la compra otra vez.
Y la lista, eso sí que es una gozada:
-Chocolate, necesito mi chocolate que se me acaba.
-Mantequilla, mermelada, que me queda poca
-Aguacates, que el último salió mal.
Repaso, está bien, no falta nada. Pero al final se le olvida y trae todo de memoria.
Suerte que recuerda todo, es lo que tiene haber pasado toda su vida estudiando.
Yo empiezo a valorar todos estos alimentos que tenemos, que conseguimos con facilidad, cuando en la historia más o menos reciente ha habido tantas hambrunas y no me refiero al resto del mundo, porque escapa a mi control y prefiero ceñirme a lo que conozco más, pero tener lo suficiente es para agradecer al Universo o a quién cada uno quiera, porque la situación es menos mala de lo que parece. El título del post, podía haber sido comida, siguiendo con la C, pero será otro día.

miércoles, 1 de abril de 2020

Clausura

En ese sentido antiguo de las monjas o frailes.
 Del latín, claudo clausi clausum: cerrar.
21días sin pisar la calle llevo. Encierro voluntario y forzoso. Las autoridades
 que gobiernan, consideran,  que si salimos de nuestras casas nos podemos contagiar del dichoso coronavirus, así que se recrudece la situación y no está permitido dejar nuestro confinamiento si no es por un motivo muy justificado. Comprar víveres o medicamentos, pasear al perro y poco más o nada más. Bajo multa de no sé qué cientos euros.
Tenemos información, sobreinformación y fakes news. Nos comunicamos por videollamada, por whasap o por teléfono, con nuestros amigos de Argentina o de cualquier lugar del mundo, así que la experiencia como monja de clausura, tampoco es tan dura. El silencio y la meditación ahora es más importante que nunca. Ruido y más ruido nos acechaba por todos lados, movimiento sin parar, coches, máquinas, nosotros mismos en continuo ir y volver.Y de repente... podemos disfrutar de la quietud, de la mente en calma y de la meditación
Meditar para encontrar lo bueno de parar y reflexionar por donde continuar, ya que los caminos que nos llevaban a prados floridos y bosques encantados, que queríamos recorrer de niños, ya no tienen aquellas miguitas de pan, pues se las comieron los pajarillos y las piedrecitas que fuimos dejando, han sido aplastadas por máquinas excavadoras y ya no somos capaces de volver a aquella Naturaleza  que nos gustaba sin saberlo y que ahora quisiéramos sentir alrededor, flores de bellos colores, hojas, árboles y arbustos y ¿cómo no? Animales en libertad