sábado, 20 de agosto de 2011

Acogida

Nuestro último acogido con su amigo gemelo.
Acoger siempre es importante y Madrid es una ciudad acostumbrada a ello, cualquier visitante se siente tan bien, que a veces, no te quieres ir y se convierte en tu residencia para siempre.
Ayer tenía el encanto de la juventud, una juventud variopinta, sonriente y amable. Peregrinos se llaman y es cierto que me recordó mucho a los peregrinos del Camino de Santiago porque junto a ellos se respiraba la misma paz y a pesar de ser miles no causaban ningún agobio, en el ambiente se sentía la buena voluntad que traían y que recibían de casi todos los madrileños. También eran portadores de las banderas de sus países de origen, mostrando así que la globalización puede ser muy positiva y el entendimiento entre los ciudadanos de cualquier lugar del mundo, posible.

viernes, 5 de agosto de 2011

Dulzura

Soñar con manantiales frescos y susurrantes, con flores blancas, fucsia y azules

que tapizan y perfuman el valle,

con ruiseñores de melodioso canto

y despertar,

creyendo haber perdido el paraíso

para volver a encontrarlo

en la dulzura de la risa de un niño.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Esplendor en la hierba

Aunque ya nada pueda devolver
la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no hay que afligirse
porque la belleza siempre
subsiste en el recuerdo.
Así nos traducian en la película que Elia Kazan dirigió en 1961 el fragmento de la Oda a la Inmortalidad de
WILLIAM WORDSWORTH, poeta inglés del Romanticismo, 1770-1850. Amante de la Naturaleza, tanto que cuentan que cuando alguien fue a su casa y preguntó si aquella estancia era el estudio del poeta, la respuesta fue: -Esta es su biblioteca, su estudio se encuentra fuera, en el campo donde pasea. A los 19 años, como cualquier joven idealista, simpatizó con la Revolución Francesa, por las consignas de libertad, igualdad y fraternidad. Hasta que el Terror que llegó después a Francia, le desengañó y descubrió la dificil aplicación de ideales que finalmente parecen ser utópicos. En su madurez se volvió conservador, por aquello de que es mucho más fácil destruir que conservar lo que se tiene. Aunque siempre haya que enderezar y corregir los defectos humanos, nuestra civilización ha llegado hasta aquí sobre la bases construidas hace muchos siglos por miles de hombres sabios como el anterior Asurbanipal y muchos más.