sábado, 26 de enero de 2008

La mirada bella de Chusi

Todas las cosas tienen su parte de maravilla, aún en la oscuridad y el silencio. Y yo he aprendido, sea cual sea mi estado, a contentarme con él... A veces, es cierto, me envuelve como un vaho helado, una sensación de aislamiento total, y espero sola ante las puertas cerradas de mi vida. Allende se hallan la luz, la música, la alegre compañía, pero yo no puedo entrar.Viene entonces la sonriente esperanza y murmura: Hay felicidad en el olvido de sí mismo. Y así trato de hacer de la luz que brilla en los demás, mi propio sol, de la música que suena en los oídos ajenos, mi propia sinfonía y de la sonrisa que asoma en los labios de los otros, mi propia felicidad." HELEN KELLER (1880-1968) Hace tiempo que conocía poemas de esta mujer, intensos y bellos; de pronto , quiero saber algo más de esta escritora estadounidense y descubro con asombro que a los 19 meses sufrió una enfermedad que la dejó ciega, sorda y muda. Tuvo una excelente profesora Anne Sullivan y gracias a la inteligencia y al tesón de las dos, Helen consiguió hablar. Se graduó en Letras, escribió algunos libros y dedicó su vida a ayudar a ciegos y otros discapacitados. Admirable.

viernes, 18 de enero de 2008

Figuras de cálido marmol dorado adornan el frio metal

El hombre que amó la poesía y persiguió sus sueños con tesón.

La biblioteca era la habitación favorita de Henry . Era una obra de arte de los ebanistas; tenía siete puertas, todas maravillosamente trabajadas; tres de ellas conducían a un pórtico cubierto, con piso de mosaicos, donde Henry podía caminar mientras leía o meditaba sobre algún problema. Sobre la puerta principal había hecho pintar: “ El estudio es todo”. Encima de las otras puertas y en las paredes había citas de Homero, Pausanias, Hesiodo, Píndaro, etc. –lo cuenta Irving Stone en su libro En busca de Troya, sobre la vida y excavaciones de Henry Schliemann y su esposa Sofía. Sólo he visto esta preciosa casa por fuera, pero cuando vuelva a Atenas intentaré ver las pinturas y escritos de las paredes, me haría feliz ver esa biblioteca que describe Irving, para imbuirme en el espíritu de la Grecia clásica que Schliemann tanto amó. HENRY SCHLIEMANN (1822) ,en un pueblo alemán cerca de Polonia, como no había televisión, el padre leía a sus pequeños hijos la Ilíada de Homero. A los ocho años Henry miraba con interés el mapa de Grecia donde sucedieron acontecimientos tan emocionantes entre dioses, hombres tan aguerridos cómo Héctor y mujeres tan bellas cómo Helena de Troya. Pero la vida no es un poema y desde temprana edad tuvo que trabajar y dejar su avidez de conocimientos para sus pocos ratos libres. En el fondo de su mente una sola idea, necesitaba tener mucho dinero para buscar aquella Troya que costó diez años conquistar, aunque casi todos creían que era una leyenda…tenía un sueño y lo persiguió hasta el final. Se casó con Sofía, una griega que conocía muy bien la historia antigua , había leído a los filósofos y las obras literarias que tanto le gustaban a él. Sería una buena compañera en la misión que se había propuesto y no se equivocó, fue una ayuda inestimable y un apoyo incondicional incluso después de que Henry murió en 1890.

sábado, 5 de enero de 2008

La cólera de Aquiles, el dolor del león y el perdón

Príamo suplica a Aquiles: -Acúerdate de tu padre, ¡oh, Aquiles igual a los dioses! De mi edad es él, quizá desdichado por tu ausencia; pero al menos sabe que estás vivo. Pero yo, ¡desdichado de mí!, qu en la gran Troya engendré hijos irreprochables, aún no sé si me queda alguno. Cincuenta tenía cuando llegaron los acayos. Del mismo seno salieron diecinueve y a los otros los parieron diversas mujeres. Pero sólo uno defendía a mi ciudad y a mis pueblos, Héctor a quién acabas de matar cuando combatía por su patria. Y por él vengo a las naves de los aqueos; y para rescatarle te traigo presentes infinitos. Respeta a los dioses, Aquiles, y acordándote de tu padre, ten piedad de mí, que soy más desdichado que él, pues me he visto obligado a hacer lo que no hizo en la tierra ningún hombre, a acercar mi boca a las manos del que mató a mis hijos. Fragmento de la Ilíada de HOMERO fue el poeta más antiguo del que tenemos referencia, -siglo VIII a.C. en una isla del mar Egeo- y aunque no se sabe casi nada de él, me gusta creer que escribió la Ilíada y la Odisea, que la recitaba, la cantaba o lo que estuviera de moda en aquellos remotos tiempos y ha sido una valiosa influencia en la mejor literatura, aún no superada a pesar de los siglos transcurridos.